domingo, 31 de octubre de 2010

Templos - Relaciones eternas


"Cuando un hombre y una mujer se casan en la Casa del Señor, son unidos no sólo por el tiempo que dure su vida mortal, sino por toda la eternidad. Están ligados no sólo por la autoridad de la ley del país que los une hasta la muerte, sino también por el eterno sacerdocio de Dios que ata en los cielos lo que se ata en la tierra. Los cónyuges que se hayan casado de esa manera cuentan con la seguridad que da la revelación divina de que el vínculo que los une el uno al otro y a sus hijos no terminará con la muerte, sino que continuará por la eternidad, siempre que vivan dignos de tal bendición. ¿Ha habido algún hombre que verdaderamente amó a una mujer, o una mujer que verdaderamente amó a un hombre, que no oró para que su relación continuara más allá de la tumba? ¿Ha habido padres que al enterrar a un hijo no hayan anhelado recibir la seguridad de que éste volvería a pertenecerles en el más allá? ¿Puede alguien que crea en la vida eterna, dudar de que Dios concedería a Sus hijos e hijas el atributo más preciado de esta vida, que es el amor que halla su expresión más viva en las relaciones familiares? No. La razón exige que esas relaciones familiares continúen después de la muerte. El corazón humano las anhela y el Dios de los cielos ha revelado la manera de lograrlo. Las ordenanzas sagradas de la Casa del Señor proporcionan ese medio."
(Pte. Gordon B. Hinckley, Liahona octubre 2010, pág. 24)

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